lunes, 31 de mayo de 2010

Ash, qué estrés



Éste es mi autorretrato.

Yo no tengo voz ni cara. Ésta es la construcción de una personalidad a través de la opinión ajena.

En este trabajo intento expresar quién soy a partir de las herramientas que me dieron los entrevistados.

Le pedí a varias personas que me han conocido en diferentes etapas de mi vida que hablaran sobre mis defectos. En algunos casos fue facil lograr este acercamiento, y en otros casos fue necesario un proceso más largo. Inclusive hubo momentos donde el alcohol y las drogas permitieron que los entrevistados se atrevieran a decir lo que pensaban de mí.

Hay varios elementos representativos míos que le dan cohesión visual al cortometraje. Por ejemplo, mis tres colores (verde, naranja y rojo), mi tatuaje de semáforo, mis letras de baño y mis frases típicas que causan burla entre mis amigos. Estas imágenes describen facetas de mi personalidad que sólo yo puedo conocer porque suceden en la privacidad de mi hogar.  Por eso no aparece nadie más que yo. Intenté extrernalizar rasgos de mi conducta que nadie conoce.


Así funciona la mezcla: mitad del documental (auditiva) son percepciones ajenas que yo no conocía y la otra mitad (video) son mis detalles personales y cotidianos que nunca habían sido observados por alguien más.

Wattstax

Wattstax
Dirigido por Mel Stuart
1973
Estados Unidos




Wattstax fue un evento masivo donde la cultura aframericana de Estados Unidos tuvo un punto de encuentro para exponer a sus más grandes músicos de la época, como The Staple Singers, Richard Pryor, Rufus Thomas, Kim Weston, Johnnie Taylor, The Bar-Keys, Albert King y el legendario Isaac Hayes. Este documental va más allá del concierto, ya que ayuda a explicar el contexto de este fenómeno cultural que se establece como contrapunto de Woodstock.




Si esta película fuera sobre música, se quedaría muy lejos de retratar todas las implicaciones sociales y alcances de este festival. Fue un movimiento cuyo objetivo era proyectar una imagen alentadora, de armonía y arte. Desde el principio nos damos cuenta de los tintes políticos porque la multitud completa, con los puños alzados, hace una protesta donde la premisa principal es: “I am somebody!” Se nota una necesidad de unión pacífica. Inclusive se hace un esfuerzo por comprobar que son totalmente patriotas pro-sistema. En muchas ocasiones vemos banderas de los Estados Unidos. Ésta es la imagen que quieren proyectar; que no son revoltosos unidos con fines anárquicos, sino que buscan integrarse a un proyecto de nación. Inclusive es por esta razón que se le da tanta importancia al orden en el festival.


 Una de las secuencias más impactantes es cuando Rufus Thomas le dice al público que cuando dé la señal todos salten las tribunas y entren a la cancha. Lo increíble no esto, ya que cualquier astro musical podría tener este efecto en sus seguidores. Lo que es sorprendente es que cuando su canción termina, le pide amablemente a todo que regresen a sus lugares originales. Los emocionados espectadores se apresuran para despejar la cancha. Bajo la consignia de: “Power to the the people who g oto the stands” la gente, sin protestar, deja la cancha prácticamente libre en cuestión de unos cuantos minutos. Hay un espectador que se rehúsa a volver, así que el señor Thomas empieza a burlarse de él diciéndole que sólo quiere llamar la atención. Le pide a la gente que lo hagan volver a sus asientos e inmediatamente una meleé lo rodea y se lo lleva de vuelta a su asiento.



La película también trata el tema de la autorrealización de ser nigger. Vemos varios segmentos donde amigos en un bar cuentan cuándo fue la primera vez que se dieron cuenta de que lo eran. Algunos de ellos confiesan que esta comprensión se dio a partir de la burla de alguien más. También vemos a un comediante negro que basa su humor en hacer burla a los niggers. Después de todo, la película (y el mismo evento) quiere demostrar que “I am somebody”.

El activismo y la integración se generan gracias a la música de tan buena calidad que los participantes tienen. Las ganas de hacer algo histórico son tantas que inclusive los técnicos, previo al evento, dicen: “¡vamos a sacar el mejor sonido que se haya visto!” Podría parecer un error, pero con “que se haya visto” deja más que claro que este festival trasciende por mucho a la música.

“It was just one of those things in history that you did the right thing at the right time.”
– Isaac Hayes

The Devil and Daniel Johnston

The Devil and Daniel Johnston
Dirigido por Jeff Feuerzeig
2005
Estados Unidos




La fama tiene un precio muy caro. A veces hay que venderle el alma al Diablo. Creo que el título funciona a la perfección para darnos una idea de lo que vamos a ver. Desde muy chico Daniel Johnston era un tipo genial. Vemos sus juegos, sus locuras, sus invenciones y es evidente que tiene el talento y la creatividad suficiente para destacar. Todo parece muy divertido al principio del documental, pero no puede seguir así porque por alguna razón el Diablo está en el título. Yo no conocía a este artista pop estadounidense, así que me daba mucha curiosidad saber en qué momento iba a llegar el Señor de las Tinieblas a este cuento. Ahora creo que éste nunca llegó porque siempre estuvo presente: encarnado por la consciencia del mismo Daniel. Jeff Feuerzeig estaba obligado a hacerle justicia a la genialidad de su sujeto; hubiera sido incoherente ver un documental muy sobrio para conocer la historia de un hombre que le dedica una de sus canciones principales a Casper (en español Gasparín), el fantasma amigable.



¿Cómo construir la vida de una persona a través de un medio de comunicación? En este documental se ponen a prueba muchas de las distintas herramientas que el cine puede utilizar. ¿Cómo funcionan éstas? Considero que el primer acierto es iniciar a partir de lo más básico y remoto: las grabaciones hechas por el mismo Daniel. Desde niño dirigía, fotografiaba y estelarizaba sus propias películas. Lo podemos ver personificando a su mamá mientras se regaña a sí mismo gracias a su noción de montaje. Este material es tan rico y expresivo que parece obvio que fuera incluido en esta cinta, pero el director decide ir más allá. No rellena espacios muertos con este metraje, sino que lo utiliza como base para partir. Daniel se acostumbró a todo el tiempo estar grabando audio-cassettes donde hablaba de lo que le sucedía (a manera de confesión) junto con música. Esta tendencia se convirtió en uno de sus principales distintivos; el aspecto homemade le da validez a su obra, la convierte en auténtica. Hay una relación primaria con la música por el carecer de manualidad. Así que todo este material auditivo sirve en The Devil and Daniel Johnston prácticamente como columna vertebral, aunque decir esto puede resultar demasiado aventurado ya que todos los diversos tipos de materiales utilizados se distribuyen en el tiempo en pantalla.





El tercer dispositivo son las entrevistas. Las personas que rodearon a Daniel en diferentes momentos de su vida se acercan para darnos testimonio de cómo pasaron las cosas. Entre los entrevistados destaca el padre de Daniel, que lo cuidó hasta cuando el artista ya era un viejo con sobrepeso; la madre, quién probablemente fue la causante de meterle el Diablo en el cerebro; y su manager, a quién a pesar de todo lo corrió cuando su carrera empezaba a retomar vuelo. También nos encontramos con algunos reenactments en los que a veces tenemos POV’s de Daniel. Éstos nos ayudan a compenetrarnos más en la mente del afectado cantante. Por ejemplo, en una secuencia vemos como lo golpean en una playa y cae al suelo. Y por último, hay algunos momentos de animación. Para Daniel siempre fue parte de su vida el dibujo. Uno de mis momentos favoritos fue cuando con la ayuda de la magia del cine se le da vida a un cuaderno donde Daniel hizo de joven una animación al estilo flipbook. En ésta, un hombre sin la tapa de su cabeza se empieza a estrellar por todas partes y a chorrear sangre. La gran virtud de Johnston es su sinceridad. La manera en que no tiene pretensiones y compone, canta y dibujo directo de su corazón. Quizás por eso de primera impresión pueda parecer su trabajo como de amateur; qué lástima que sean tan raros los casos en que el arte se manifieste así como para que la brillantez de Daniel Johnston nos remita a obras hechas por alumnos de primaria.



The Devil and Daniel Johnston se observa un proceso de locura. ¿Cuándo se está loco y cuándo sólo se es genial? El loco es un personaje de la modernidad que ha sido sujeto de estudio en el arte desde hace décadas. Inclusive en un momento se le compara a Daniel con otros locos artistas como Dalí, Sylvia Plath y Virginia Woolf. Como estos artistas, Daniel logra que su música y sus pinturas nazcan de lo “enfermo”. El director, Feuerzeig, nos lleva a lo largo de un camino donde cuestionamos lo que es ser patético. Después de todo, ¿quién es patético y quién no?

The Thin Blue Line

The Thin Blue Line
Dirigida por Errol Morris
1988
Estados Unidos



Errol Morris recrea un asesinato de un policía en Dallas. De alguna manera los datos no cuadraban y a quien le dictaron sentencia parecía no ser el culpable. The Thin Blue Line utiliza principalmente reenactments y entrevistas para ir desenvolviendo el misterio y comprobar que el sentenciado, Randall Adams, es inocente. Lo más admirable de Errol Morris es que se atrevió a trabajar en este proyecto que le costó más de treinta meses de investigación. Él es quien comprueba la inocencia de Adams. ¿Fue este documental el causante de que se le levantaran los cargos a un hombre inocente?


¿Por qué un documentalista es quien tiene que llegar para poner las cosas en su lugar? Thw Thin Blue Line nace a partir de la sospecha de que algo olía mal. La falta de confianza en el sistema judicial de Estados Unidos es tan fuerte que detonó la investigación de una persona totalmente ajena a que descubriera la verdad tras dicho asesinato. Errol Morris desarrolla un cine que no se limita con observar, como Depardon o Wiseman, sino todo lo contrario: investiga y entra en acción. El trabajo de este documentalista puede ser visto como el de un detective particular que decide por sí mismo investigar un viejo crimen, y por medio de entrevistas y una específica reconstrucción de la escena del crimen, consigue resolverlo. La única diferencia entre Morris y este detective hipotético es que el primero además de todo, filmó toda su investigación y la empapó de una propuesta artística y de lenguaje cinematográfico.


Las escenas de la reconstrucción aparecen repetidamente a lo largo del largometraje, y se acoplan a los testimonios de los entrevistados. Al estilo de Rashomon vemos cómo se llevó a cabo el homicidio en diferentes perspectivas. Los rasgos esenciales son siempre los mismos (la malteada de Burger King que vuela por los aires, la pistola que se asoma por el asiento del conductor, la patrulla que se detiene en el acotamiento atrás del carro del asesino, etc.), pero la diferencia se encuentra en los pequeños detalles. Este reenactment cuenta con todos los elementos clave del lenguaje televisivo. Tomas repetidas, close-ups, cámaras lentas. Esto combinado con las entrevistas que parecen de set, le otorgan un sentido de hiperrealidad a la obra. Los excesos de la cultura pop s even manifestados en un crimen que parece de serie de televisión como CSI o Law & Order. Los reenactments tienen la finalidad de reafirmar la realidad, ya que demuestran la posibilidad física de lo que no hay pruebas; sin embargo detalles como la famosa malteada volando logran caer en una plasticidad deseada.


¿Cómo funciona esto? ¿Funciona? Una pareja sirvió como testigo en la corte cuando Adams fue acusado y afirmaron que éste era el culpable. Que lo vieron cuando pasaron en carro por ahí. Morris, por medio de la entrevista, descubre que estas fuentes no son de fíar, y que sólo buscaban la recompensa ofrecida por el gobierno de Dallas. Para estas personas de tan despreciable ambición, que son capaces de condenar a muerte a una persona por un pequeño fin lucrativo, la hiperrealidad de la estética del documental les podría parecer normal. Esta plasticidad es opacada por la suya. En la “realidad tablarroca” es común que las personas pierdan el sentido de lo natural. El lenguaje exagerado de The Thin Blue Line sólo pone en evidencia la capacidad de la gente para escapar de la realidad y vivir en su propia serie de televisión. Inclusive cuando esta pareja es entrevistada, lo hacen de manera fenomenal. Son lo que en el mundo del espectáculo se conoce como “naturales” (que en la práctica es justamente lo contrario a natural); son maestros ante la cámara. 


Así que la malteada volando en cámara lenta en la película no es nada a comparación de la malteada volando en cámara lenta en la mente de estas personas.

David Holzman's Diary

David Holzman's Diary
Dirigida por Jim McBride
1967
Estados Unidos





Este proyecto de McBride es un experimento acerca de qué tan real es un documental. Debido a las convenciones que utliza no queda alguna de que lo es; si en embargo el sujeto es un actor interpretando un papel. Rasgos que podrían parecer sumamente cotidianos y espontáneos resultan ser parte de un gran montaje. Descubrimos a una persona que quiere contarnos algo y que plantea demostrar cómo vivie.


David Holzman's Diary parece ser el estudio de los efectos que tiene lo que una persona percibe en el exterior sobre su personalidad. Por ejemplo, en la secuencia que me pareció más interesante,vemos cómo David filma todo lo que ve en la televisión en un día. Este montaje funciona a manera de time lapse porque filmó un cuadro cada vez que había un corte, ya fuera en el programa o en los comerciales. Esto nos hace pensar la injerencia de la cultura popular mediática en nuestra vida.



El diario está filmado sin restricciones aparentes y da la impresión de ser muy libre. A veces David hace sus recorridos habituales con la cámara en los brazos o en el hombro. Vemos puestos de revistas, personas curiosas y gente ensimismada en su rutina sin percatarse siquiera de que están siendo filmados.




Es curioso pensar que las técnicas que utiliza McBride son muy populares hoy en día, aunque sin el discurso y la calidad de David Holzman's Diary. Los video-diarios se han popularizado en gran medida y cada vez es más común que la gente grabe todas sus ocurrencias sin importarles a qué público van a llegar. Sin embargo, todos estos trabajos suelen encontrar un público, ésta es una de las ventajas de estos tiempos. Un asunto muy interesante es que David se convierte en un acosador de una mujer. La sigue a todas partes, inclusive la filma a larga distancia desde la calle hasta su ventana, pero la policía llega. ¿Cuáles son los límites de esta democratización de la tecnología?

Este diario además documenta el Estados Unidos de los sesentas, donde la tecnología se estaba democratizando y cada vez más personas tenían acceso a la televisión y a las cámaras.

El Chico Ciego

El chico ciego
Dirigida por Johan van der Keuken
1964
Holanda



Este documental trata sobre un grupo de chicos invidentes. Lo más interesante es que no está construido de tal manera que se le vea con lástima a estos niños, sino que sucede lo contrario. Me refiero a que logra una reflexión donde cuestionamos la información que tenemos de nuestro mundo, ya que nuestro conocimiento está muy limitado a la vista. Cuando intentamos recordar algo, generalmente lo primero que pensamos es en cómo se ve. De la misma manera, nuestro dispositivo más común de representación es el dibujo. Éste se trata de una reconstrucción gráfica bidimensional de un objeto (generalmente tridimencional). Así que pensando esto, ¿cómo recuerdan los ciegos?




Nos damos cuenta de que los mecanismos de reconocimiento de estos niños son muy desarrollados ya que por necesidad sus otros sentidos se han hecho mucho más agudos. Para conocer algo por primera deben tocarlo, cada detalle y rincón hasta leerlo por completo; es un sistema parecido al escanéo. Vemos a una niña sintiendo una paloma. Esta escena es bastante impactante porque además el montaje es poético; genera sensaciones que conducen a la adquisición de información. 

Ya que el tema es la falta de la vista, Van der Keuken hace mucho énfasis en el sonido. Los ambientes sonoros que crea nos ayudan a darnos una idea de cómo viven estos invidentes. Sin embargo, deja muy claro que estos sistemas de montaje no son mas que pequeñísimas representaciones de la realidad. 



Vemos a una niña ciega corriendo. De primera instancia podría parecer muy valiente, pero quizás y ese es justo el problema. Estamos acostumbrados a tenerle lástima a este tipo de personas, así que atribuirles adjetivos calificativos como "valiente" o "perseverante" en verdad reflejan nuestra ignorancia y un sentimiento de superioridad disfrazado. Inclusive creo que Van der Keuken va más allá y no quiere darnos una probadita del ser invidentes, sino que invita a una reflexión acerca del no serlo.

Grey Gardens

Grey Gardens
Albert Maysles y David Maysles
1972
Estados Unidos


El caso presentado en Grey Gardens se convirtió en un integrante de la cultura pop estadounidense y en parte fue gracias a este documental. "Big Edie" y "Little Edie" son parientes sanguíneas de Jacqueline Kennedy, así que en parte también contribuyó esto para aumentar su fama. ¿Qué las hace tan particulares? Los hermanos Maysles se percataron de que había un aire muy especial en esta familia gracias a distintas noticias que publicaron los diarios. Cuando el caso se estaba haciendo famoso, ellos llegaron a hacer su documental. El éxito fue tal que inclusive se adaptó el documental a un musical en Broadway. Creo que hay que desglosar los principales factores de la razón de esta película.
Quizás la primera pista de que estamos a punto de adentrarnos a una época sin tiempo es la gran mansión. Hubo muchos reclamos del fétido olor de ésta, a tal grado que tuvo que intervenir el control de sanidad. La mezcla de olores de gato, humedad y basura se convinaron para crear una atmósfera antiquísima y sofocante. Lo más curioso es que al parecer a ellas no les importaba en lo más mínimo vivir en estas condiciones. Este auténtico lugar remite a una de esas mansiones embrujadas de las películas. Una vez que conocemos a las personas que aquí habitan entendemos cómo se han combinado hasta que ambas "Edie's" son una misma con la casa. Me resulta difícil pensar en ellas aisladas del contexto de su hogar.


Los personajes son "Big Edie" y "Little Edie". De alguna manera este par vive atrapado en otra época y en su propia casa. El rasgo principal que nos permite darnos cuenta de su soledad es que encarnan una batalla nada sutil por obtener la atención de los hermanos cineastas y por lo tanto, la cámara; pero llegaremos a esto más adelante. Por ejemplo, "Little Edie", por ejemplo, cuenta acerca de su ropa, su cabello y todas las trivialidades que le pasan por la mente, que al parecer para ellas no lo son.  

La cámara opera de tal manera que provoca reacciones en las excéntricas madre e hija. El silencio y la presencia de los documentalistas provocan que los silencios habituales desaparezcan. Los vacíos no sólo se llenan, sino que se atiborran de conversaciones, discursos, chismes y canciones. Ellas, al saberse filmadas, actúan como si fueran estrellas de teatro a la mitad de una función en un gran auditorio donde los espectadores en la última fila tienen que alcanzar a ver sus gestos.


Lo que sucede en Grey Gardens nos recuerda a otros casos de la cultura histórica que el cine ha mostrado interés en retratar. Quizás el caso más obvio es el de Sunset Blvd., donde una ex-estrella de cine, ahora olvidada, está tan obsesionada con su fama perdida que inclusive hace que su esposo la atienda como sirviente. Ella vive también en una mansión llena de basura y de objetos sin utilidad que se han acumulado. También recuerda a Great Expectations, donde Miss Havisham vive atrapada en el tiempo de su boda que nunca se llevó a cabo. Son casos de personas con fama y riqueza que fueron a menos hasta el punto de perderlo casi todo y no poder lidiar con los tiempos nuevos.



Salesman

Salesman
Albert Maysles y David Maysles
1968
Estados Unidos



La vida de un vendedor de puerta en puerta es agotadora. Los hermanos Maysles esta vez participan con un grupo de vendedores de biblias en Salesman. Por naturaleza, estos vendedores son seres que la gente intenta evitar. Es común que en las casas donde van a ofrecer sus productos ni siquiera les den la oportunidad de abrir la puerta y echar un vistazo a su producto. Ellos trabajan por comisión así que su finalidad es vender suficientes al mes para poder asegurar su paga. Los Maysles nos ayudan a que descubramos cómo es la vida de estas personas a quien nadie quiere.


Hay una cuestión muy peculiar que le ha permitido a los hermanos Maysles hacer sus documentales. Para esos años ya se contaba con equipos de filmación más ligeros que permitían desplazarse más fácilmente. La corriente del direct cinema llevaba unos años de nacida e intentaba capturar momentos verdaderos sin la prefabricación titánica de las producciones de Hollywood. Este par de cineastas supieron aprovechar esta vanguardia y la tecnología para darle un seguimiento cercano a cuatro vendedores de biblias. Su rutina implica pasar la mayor parte del día conduciendo, ya que una vez que se cierra una puerta nunca se volverá a abrir. En Salesman parece ser un factor común que estos vendedores sean tipos solitarios. No tienen otra opción, su trabajo los obliga a no asentar. Son los nómadas de la época. Con sólo dos personas en su equipo de filmación, los hermanos Maysles son capaces de meterse a todo tipo de lugares que van desde carros, casas, salas de conferencia, etc.

 
En una de las secuencias vemos como nuestro protagonista, Paul, intenta venderle una Biblia a una señora que se muestra indecisa. Él no para de hablar. Su libreto junto con la capacidad de coherencia y sofismo que ha tenido que desarrollar, lo convierten en un maestro del habla al que no se le puede decir que no. Si para nosotros, espectadores de cuarenta años después nos resulta más que evidente que la señora no va a comprar el libro, pues debe ser aún más obvio para Paul. Sin embargo él se aferra a no dejar ir a esta potencial cliente, sabe que no hay batalla perdida. Ella insiste que lo tiene que consultar con su esposo, así que Paul ya sabe lo que tiene que decir: “¡Sorpréndalo! Désela de regalo”.

Yo he estado, como todos, en la situación de que no hay forma de decirle que no a un vendedor. Esta persistencia suya resulta en el momento muy molesta, pero hace falta preguntarnos cómo deben vivir estas personas que deben acostumbrarse a que los rechacen veinte veces por cada vez que les compran un producto. Los hermanos documentalistas nos permiten acercarnos a la cara del rechazo.


En este retrato de la sociedad estadounidense de finales de los sesentas nos damos cuenta de que la situación económica es bastante complicada. Paul intenta venderle una Biblia a una señora cuyo marido resulta ser vendedor de aspiradoras. Al enterarse de esto y establecer contacto cara a cara con él, se marcha. Sabe que le está queriendo hacer un truco de magia a un mago. La reflexión más poderosa que se formula es acerca del fracaso como pan de cada día. Reflejo de una sociedad que quisiera obtener lo justo por su trabajo. 

¿De qué sirve intentarlo tantas veces para obtener tan poco?

Juvenile Court

Juvenile Court
Dirigido por Frederick Wiseman
1973
Estados Unidos

“My goal is to make as many films as possible about different aspects of American life.”
– Frederick Wiseman


Efectivamente como era el propósito de Wiseman, Juvenile Court es un retrato de la vida en Estados Unidos. A veces la mejor forma para hablar de un todo es concentrase únicamente en un algo. A partir de la mirada que nos ofrece en este documental resulta muy fácil detectar valores que van mucho más allá de la corte de la que trata la película, valores que sirven de pieza angular para la cultura norteamericana y para la muy fabricada ilusión del american dream. Juvenile Court es un trabajo antropológico de la creencia en la redención de la cultura norteamericana.

En la corte juvenil se juzga y sanciona a los menores de edad que incurrieron o están acusados de actos delictivos. ¿Dónde está la línea entre ser niño y adulto? ¿Cómo dar un diagnóstico adecuado de si un menor de edad actuó de tal manera deliberadamente o por casualidad o manipulación? Por cuestiones como las anteriores es que esta corte es un lugar muy polémico. El criterio de la minoría de edad es tan sólo una estandarización que facilita los procesos pero que no forzosamente indica cuándo se es niño y cuando no. Wiseman hace un énfasis de cómo es que algunos niños se convierten en adultos rápidamente simplemente por la manera en que son tratados aquí. Muestra un gran interés en contar las historias de estos menores que se ven probablemente en la situación más escalofriante de su vida. Sin embargo, no se deja comprar por nadie y a lo largo de la película nunca lo vemos tomar partido.


El paso del tiempo en Juvenile Court es bastante cinematográfico. Para un espectador acostumbrado a los programas de televisión, esto le podría parecer bastante tedioso y aburrido. El manejo temporal permite que se le de un seguimiento a los personajes; genera un acercamiento. En una de las secuencias más memorables se nos presenta el caso de una niña afroamericana que no puede contener el llanto mientras la servidora pública le informa a su madre que va a ser asignada a un hogar adoptivo. Se hace un recuento de lo que esta menor hace, y entre sus “delitos” se encuentran el no ir a clases, no poner atención, causar conflictos con otros niños, etc. Rápidamente la conducta de esta niña pasa de ser mala a ser criminal. Pero, como bien lo dicta la cultura estadounidense, aún tiene una oportunidad, y ésta es la de vivir en un sitio donde se le ayude a corregirse.


Wiseman utiliza un dispositivo observacional a través del cual es posible distinguir a los personajes niños en un primer plano y en segundo al sistema, la institución y la misma cultura de este país. La sensación que me queda es que la lista de niños miserables es interminable y que en esta especie de tiradero no hay ni buenos ni malos. Es muy fácil ante información como ésta caer en la polarización de opiniones, pero Wiseman controla esto al mantenerse neutral. El periodismo ha ayudado a generar polémica en situaciones de esta naturaleza, pero Juvenile Court ayuda a desespectacularizar el tema. La narrativa del documental y su paciente uso de la cámara y el tiempo nos recuerdan que no se puede juzgar rápidamente.


Temas tan delicados como la “pena de muerte” no pueden ser tratados a la ligera y menos enfrente de un niño al que se le hace creer que si es culpable de haber molestado sexualmente a una niña pequeña, puede terminar ahí, en la silla eléctrica. Esto se le dice a un menor en una sala con varios adultos trajeados. La expresión de su rostro es sencillamente devastadora. De nuevo, en cuestión de segundos, un niño deja de ser niño. Ante este ambiente intimidante, Wiseman nos señala dónde queda esa línea de la que hablaba, la que divide a un niño de ser adulto: en el rostro de un menor al que le dicen que la justicia lo va a llevar a la silla eléctrica si resulta culpable.

“Anybody whose mind is functioning at all can't be content with the way the world works.”
– Frederick Wiseman 

Délits Flagrants

Delitos fragrantes
Dirigida por Raymond Depardon
1994
Francia



En este largometraje documental Depardon hace un estudio sobre el funcionamiento de la justicia. ¿Qué clase de estructura es ésta? Para darnos cuenta de cómo se trabajan las cosas por aquí no hace falta más que echar un vistazo al lugar. Estas oficinas están destinadas a atender los delitos donde el criminal fue atrapado cometiendo el delito; en fragante. Por lo tanto, a pesar de ser rígida esta estructura gubernamental, se entiende que está destinada para casos temporales. Todo trabaja en este lugar de una manera maquinal, así que no es de sorprender que hasta la arquitectura sea pesada y sobria.



Depardon decide utilizar como estrategia el posicionar la cámara fija. En estas situaciones donde todo el tiempo hay dos sujetos sentados hablando, ¿para qué se necesitaría una cámara ligera y dinámica? Las personas que trabajan aquí, las que son atendidas, Depardon, la cámara, e inclusive nosotros, debemos permanecer pacientes e inmóviles mientras el protocolo burocrático se lleva a cabo. Gracias a este dispositivo nos podemos dar cuenta del grandísimo poder de despersonalización que poseen estas instancias. Las fases, que parecen interminables, que siguen los delincuentes y los servidores públicos generan conversaciones donde los segundos deben saber adaptar las respuestas y quejas de los primeros dentro de su guión institucional. Sin embargo, el trabajo de estos maestros de la burocracia está tratado con muchísima dignidad por parte del director. Éste en ningún momento toma partido y se limita a observar; tan frío e impersonal como el mismo sistema de justicia francés. Esto no significa que no tome acción, sino que por medio de su postura de no juzgar se convierte en un ente desarrollando un discurso de reflexión sobre la justicia. No hay mucha denuncia en su mirada pero sí observación y acercamiento. No es necesario tener a los personajes en close-up para lograr esto; basta con tener interés suficiente para poner atención. La realización de verdades no sucede a manera de catarsis.


 Conocemos varios casos a lo largo de la película y no resulta difícil encontrar un patrón común entre los sujetos que están siendo procesados. Todos son “pequeños criminales”; nadie se encuentra ahí por algún delito mayor, como asesinato o secuestro. Robos, consumo de drogas, etc., son crímenes que puede cometer cualquiera en Francia, ¿pero a quiénes nos encontramos? No son ricos jóvenes franceses con espíritu anárquico, ni padres de familia viviendo los estragos del desempleo. Son representantes de las minorías más marginadas del país, como prostitutas, drogadictos e indocumentados. Depardon nos ayuda a darnos cuenta de que este sistema de justicia no tiene remordimiento de arruinar la vida de alguien que ya la tenía arruinada. Estos personajes no son sólo ellos ya que hablan por un grupo mayor que no aparece en cámara.


El diálogo entre ambos se torna en una especie de confesionario no muy honesto; la monotonía de un espacio tan aislado causa que los acusados quieran llamar la atención, ¿de quién? Los servidores no pueden hacer mucho más de lo que les corresponde, así que con una artificiosa naturalidad apelan a la cámara. Sus excusas se convierten en improvisaciones actorales donde sólo el carisma puede funcionar como herramienta empática.

domingo, 30 de mayo de 2010

Titicut Follies

Titicut Follies
Dirigido por Frederick Wiseman
1967
Estados Unidos




Wiseman nos da a conocer en Titicut Follies la manera en que trabaja un instituto mental en Massachussets. La información aquí tratada es tan conmocionante que fue la primer película estadounidense en ser prohibida por otras causas aparte de obscenidad, inmoralidad o seguridad nacional. Por muchos años sólo fue permitida su reproducción a  personas especializadas en el tema, como doctores y estudiantes. Fue hasta 1991 que se declaró que podía ser exhibida públicamente. No es casualidad que muchas de estas instituciones, incluida la retratada en la cinta, cerraran o se reestructuran completamente cuando el escándalo de Titicut Follies se llevara a cabo. Al respecto Wiseman dijo:

“Mi punto evidentemente era que la restricción de la corte infringía las libertades civiles mucho más de lo que el film infringía las libertades de los internos.”




¿Por qué  puede resultar tan impactadora esta película? Wiseman va más allá de darnos un retrato de los locos, inclusive estudia a los enfermeros, médicos y guardias; es decir, a la institución completa. De primera impresión podría parecer una película sobre la locura pero Wiseman tiene el rigor suficiente para contar la historia de un lugar como éste y hacer una crítica de su funcionamiento. Las instituciones son un lugar público donde se le ofrecen diversos servicios a la gente, son un punto de encuentro donde se busca la ayuda gubernamental para resolver una situación. Quizás por esta razón es que Wiseman tiene un gran interés en ellas y las utiliza como objeto de estudio, ya que en muchos casos no sirven su misión e inclusive la violan al herir a personas con una necesidad. A lo largo del documental nos acostumbramos a ver escenas donde los guardias y el personal de la institución se burlan de los enfermos. Llega un punto donde no nos sorprendemos ante las ofensas de éstos, como verlos humillando a un paciente negro desnudo en las regaderas. La cámara de Wiseman aquí actúa como un testigo en la escena del crimen. A pesar de que intenta no intervenir, sabe que está señalando algo. Su fotografía funciona como si se parara a la mitad de la escena de esos acontecimientos y con un dedo señalando le enseñara al mundo las atrocidades que están ocurriendo. ¿Qué tanta diferencia hay entre la misión y la manera en que se lleva acabo un proyecto institucional? ¿qué ocurre en la práctica? ¿en qué momento se perdió el sendero?




En la primer secuencia vemos a un grupo de estos enfermos mentales formados en fila en un escenario, cantando y realizando una sencilla coreografía. La apariencia que dan es la de estar concentrándose mucho en esta labor. El entusiasmo inicial que se puede percibir sufre una transformación cuando el encuadre se cierra y observamos de cerca de uno de ellos. De pronto todo luce más lúgubre con la luz inferior y nos damos cuenta de que esta presentación escénica parece ser llevada a cabo por cuerpos sin mente, casi como robots. Que no se lea esto como si yo dijera que estas personas carecen de mente, ya que en muchos casos es exactamente lo contrario lo que origina que se encuentren en esta institución, sino que hay una memoria corporal repitiendo una coreografía pero es interesante pensar dónde están los pensamientos de este personaje en ese momento. Este efecto es logrado por Wiseman gracias a su manera de operar la cámara. Poco sabemos con esta introducción lo que nos espera; poco sabemos pero nos vamos dando una idea de que hay una historia de mucho sufrimiento y humillación de estos sujetos. Este dispositivo es recurrente en este trabajo donde empezamos de lejos y nos vamos acercando hasta darnos cuenta de todos los gestos de la humillación psicológica a partir de la cual opera este órgano gubernamental. Por eso Titicut Follies está lleno de de close-ups.
 

Wiseman logra contarnos lo que sucede en un sitio en específico donde la vulnerabilidad de los pacientes es aprovechada inclusive como objeto de burla. El documentalista plantea varias preguntas en su tesis y las desarrolla con todo el material que recopiló. Algunas de ellas son: ¿De qué tamaño es una persona ante una institución? ¿Quién va primero?