domingo, 30 de mayo de 2010

San Clemente

San Clemente
Dirigida por Raymond Depardon y Sophie Ristelhueber 
1982
Francia


Depardon hace un estudio de pacientes de la institución San Clemente. ¿Qué sucede en este espacio? Las paredes blancas limitan un lugar donde conviven personas solitarias que en algunos casos han llegado a olvidar lo que sucede fuera de éstas. El director con su gran ojo de fotógrafo saben retratar la arquitectura de tal forma que pasa a un segundo plano y no le roba atención a los pacientes, quienes son los verdaderos sujetos de estudio en San Clemente. El espacio se convierte en un contenedor donde suceden las historias individuales y colectivas de los enfermos mentales, en vez de ser el limitador de éstas.

 
Algunos de los pacientes son visitados ocasionalmente por familiares, pero en la inmensidad de la soledad de San Clemente es imposible que se sienta algo cercano a la calidez del hogar. Inclusive podemos ver la actitud de algunos de los padres que visitan a sus hijos, donde no hay rasgos que indiquen comodidad. ¿Cómo logra Depardon transmitirnos ese aislamiento?


 Sobresale la manera de Depardon de utilizar la cámara para contarnos sobre los internos de San Clemente. Sus encuadres son perfectos y suficientemente versátiles para reencuadrar y  captar lo que necesita. La cámara se pasea con parsimonia en los pasillos de esta institución y vamos descubriendo a los personajes en lo que se convierte un punto de encuentro. En muchos momentos del documental nos damos cuenta de que las situaciones no suceden todo el tiempo, sino que la cámara paciente del documentalista francés debe esperar a que los enfermos generen acciones. El entorno permite que la cámara tenga libertad de movimiento, sin embargo Depardon decide utilizar ésta con calma y a veces se limita sólo a observar. Su presencia no es invisible para los internos ya que en un momento inclusive vemos cómo una mujer se enfada de la presencia de la cámara y con escobazos le exige al equipo de filmación que se marche. La cámara no está oculta, pero hay momentos donde el estado mental y social de estos personajes colabora para que sea de cierta manera ignorada. Hay ocasiones donde los enfermos están tan encerrados en su propia mente que les es difícil darse cuenta de que una lente los está estudiando. Resulta evidente que Depardon invirtió mucho tiempo en convivir con los pacientes porque su presencia se va adaptando a la atmósfera hasta que se filtra en un plano más cercano a lo convencional que a lo intrusivo. De manera similar opera la excelente fotografía en blanco y negro que provoca que sea difícil distinguir a un paciente de un enfermero. No vemos una guerra entre unos y otros, sino una pasiva convivencia que se prolonga hasta que haya una sensación de adormecimiento.

Lo anterior no significa que no haya confrontaciones porque hay un momento muy claro del documental donde un paciente reta con su actitud a la cámara. Éste intenta escaparse de ella pero resulta evidente que quiere llamar su atención. Habla con ella e inclusive enciende un cigarro prácticamente en la lente. Sería muy pretencioso intentar explicar aquí el por qué de su reacción ya que probablemente ni siquiera un psiquiatra podría tener la respuesta absoluta. Sin embargo de lo que sí nos damos cuenta es de que encontramos a un personaje, como casi todos en este lugar, solo. Estas personas no llegaron aquí por casualidad, sino porque al dejar de ser socialmente funcionales o inclusive peligrosos se convirtieron en amenazas estorbosas que debían ser trasladadas. A mí parecer, Depardon utiliza este conocimiento para hacer algo más allá de un estudio de la locura y hace un ensayo del abandono.

A continuación una entrevista con Depardon:

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