lunes, 22 de febrero de 2010

Une journée d'Andrei Arsenevich


Une journée d'Andrei Arsenevih
(Un día en la vida de Andrei Tarkovsky)
dirigido por Chris Marker
2000

Chris Marker le hace un homenaje al gran cineasta exiliado ruso: Andrei Tarkovsky. En este estudio que ni siquiera llega a una hora de duración, Marker no se limita a hablar del cine de este hombre, sino que lo describe como un ser humano y como un artista. En mi opinión, este documental es la forma de rendirle tributo a uno de los grandes con menos películas en su filmografía. La película avanza lenta y tranquila, con la voz de una narradora que con calma nos traduce las reflexiones de Chris sobre Andrei.







La narradora nos cuenta que en las películas de Tarkovsky, así como en las de Kurosawa, suele llover mucho. Habla de reverenciar al creador por medio de sus creaciones. La lluvia es un elemento que el cineasta ruso supo filmar con gran cuidado y con excelente importancia dramática. Mientras escuchamos las ideas sobre las lluvias de Tarkovsky, vemos varias escenas de sus películas donde llueve. Llegamos a la famosa escena de El espejo, donde nos cuenta que con un sencillo movimiento de cámara, Andrei logra unir el fuego y la lluvia. Es una escena donde poco a poco vamos descubriendo a una mujer bajo la lluvia. Digo descubrir porque es literal; Tarkovsky no nos la muestra de primer instancia, sino que vemos una escalera de madera y un cobertizo goteando en primer plano, después la vemos a ella en un long shot, y luego con el movimiento de cámara nos percatamos de que está observando una casa incendiándose. Éste proceso es sumamente poético porque el autor nos obliga a tener paciencia, a observar y escuchar. El emplazamiento termina de tal suerte que en primer plano seguimos teniendo el cobertizo chorreando y al fondo vemos la fuerza de la combustión haciendo su trabajo al convertir en cenizas una pequeña construcción. Este es trabajo de Tarkovsky, pero Marker le da su lugar. No interviene en él, permite que suceda. Lo respeta y lo aplaude.



En otra secuencia, Marker (o mejor dicho: la narradora) nos cuenta cómo Tarkovsky, así como otros cineastas rusos, suelen poner la cámara en una posición más elevada en planos abiertos; es decir, un poco picada. De esta manera además de ver a los personajes, vemos la tierra. La vida de los personajes sucede en la tierra; nacen, corren y mueren en ella. En cambio, los “naive americans” (como la narradora los llama) suelen hacer contrapicadas para que se vea el cielo. La vista del cielo nos remite a un panorama más esperanzador, una perspectiva inalcanzable. Creo que nunca había tenido esto en consideración pero me doy cuenta de que este es un pequeño ejemplo de que Tarkovsky utilizaba cada recurso posible para contar lo que quería. Inclusive lo vemos ensayando y filmando algunas tomas con control y cuidado minucioso.

Un homenaje grande de un grande a otro grande.

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