lunes, 31 de mayo de 2010

The Devil and Daniel Johnston

The Devil and Daniel Johnston
Dirigido por Jeff Feuerzeig
2005
Estados Unidos




La fama tiene un precio muy caro. A veces hay que venderle el alma al Diablo. Creo que el título funciona a la perfección para darnos una idea de lo que vamos a ver. Desde muy chico Daniel Johnston era un tipo genial. Vemos sus juegos, sus locuras, sus invenciones y es evidente que tiene el talento y la creatividad suficiente para destacar. Todo parece muy divertido al principio del documental, pero no puede seguir así porque por alguna razón el Diablo está en el título. Yo no conocía a este artista pop estadounidense, así que me daba mucha curiosidad saber en qué momento iba a llegar el Señor de las Tinieblas a este cuento. Ahora creo que éste nunca llegó porque siempre estuvo presente: encarnado por la consciencia del mismo Daniel. Jeff Feuerzeig estaba obligado a hacerle justicia a la genialidad de su sujeto; hubiera sido incoherente ver un documental muy sobrio para conocer la historia de un hombre que le dedica una de sus canciones principales a Casper (en español Gasparín), el fantasma amigable.



¿Cómo construir la vida de una persona a través de un medio de comunicación? En este documental se ponen a prueba muchas de las distintas herramientas que el cine puede utilizar. ¿Cómo funcionan éstas? Considero que el primer acierto es iniciar a partir de lo más básico y remoto: las grabaciones hechas por el mismo Daniel. Desde niño dirigía, fotografiaba y estelarizaba sus propias películas. Lo podemos ver personificando a su mamá mientras se regaña a sí mismo gracias a su noción de montaje. Este material es tan rico y expresivo que parece obvio que fuera incluido en esta cinta, pero el director decide ir más allá. No rellena espacios muertos con este metraje, sino que lo utiliza como base para partir. Daniel se acostumbró a todo el tiempo estar grabando audio-cassettes donde hablaba de lo que le sucedía (a manera de confesión) junto con música. Esta tendencia se convirtió en uno de sus principales distintivos; el aspecto homemade le da validez a su obra, la convierte en auténtica. Hay una relación primaria con la música por el carecer de manualidad. Así que todo este material auditivo sirve en The Devil and Daniel Johnston prácticamente como columna vertebral, aunque decir esto puede resultar demasiado aventurado ya que todos los diversos tipos de materiales utilizados se distribuyen en el tiempo en pantalla.





El tercer dispositivo son las entrevistas. Las personas que rodearon a Daniel en diferentes momentos de su vida se acercan para darnos testimonio de cómo pasaron las cosas. Entre los entrevistados destaca el padre de Daniel, que lo cuidó hasta cuando el artista ya era un viejo con sobrepeso; la madre, quién probablemente fue la causante de meterle el Diablo en el cerebro; y su manager, a quién a pesar de todo lo corrió cuando su carrera empezaba a retomar vuelo. También nos encontramos con algunos reenactments en los que a veces tenemos POV’s de Daniel. Éstos nos ayudan a compenetrarnos más en la mente del afectado cantante. Por ejemplo, en una secuencia vemos como lo golpean en una playa y cae al suelo. Y por último, hay algunos momentos de animación. Para Daniel siempre fue parte de su vida el dibujo. Uno de mis momentos favoritos fue cuando con la ayuda de la magia del cine se le da vida a un cuaderno donde Daniel hizo de joven una animación al estilo flipbook. En ésta, un hombre sin la tapa de su cabeza se empieza a estrellar por todas partes y a chorrear sangre. La gran virtud de Johnston es su sinceridad. La manera en que no tiene pretensiones y compone, canta y dibujo directo de su corazón. Quizás por eso de primera impresión pueda parecer su trabajo como de amateur; qué lástima que sean tan raros los casos en que el arte se manifieste así como para que la brillantez de Daniel Johnston nos remita a obras hechas por alumnos de primaria.



The Devil and Daniel Johnston se observa un proceso de locura. ¿Cuándo se está loco y cuándo sólo se es genial? El loco es un personaje de la modernidad que ha sido sujeto de estudio en el arte desde hace décadas. Inclusive en un momento se le compara a Daniel con otros locos artistas como Dalí, Sylvia Plath y Virginia Woolf. Como estos artistas, Daniel logra que su música y sus pinturas nazcan de lo “enfermo”. El director, Feuerzeig, nos lleva a lo largo de un camino donde cuestionamos lo que es ser patético. Después de todo, ¿quién es patético y quién no?

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